Leyendas de la selva peruana el chullachaqui

La Leyendas del Chullachaqui


Lectura de 10 minutos.
Actualizado el 21 de Febrero del 2020

El Chullachaqui, Mitos & Leyendas de la Selva peruana

Leyenda de la Ciudad de Iquitos en LIMA - PERÚ


Significado de Chullachaqui

El Chullachaqui es un enano o un demonio del rainforest cuyo nombre proviene de los términos quechuas para "disímil" (Chulla) y "pie" (Chaqui), esto es “los pies desiguales.”

Se dice que el Chullachaqui roba a los niños para jugar con ellos pero después, los devuelve sin hacerles daño alguno.

Según la leyenda de la Selva, este enano del bosque tiene la habilidad para transformarse en cualquier otra persona que él desea para engañar visitantes o las personas locales viviendo en la selva. Él puede aparecer como un miembro de la familia o un amigo, conduciendolos hacia caminos equivocados, yendo más profundo y más profundo en la selva y luego dejándolos allí, perdidos.

Para un niño, el Chullachaqui muchas veces aparecerá como otro niño u otro compañero de juego. En este disfraz, el Chullachaqui malvado tratará de atraer con engaño al niño en el bosque para ponerse perdido. La única forma para descubrir la identidad verdadera de Chullachaqui es mirar a sus pies, como uno de sus pies es deformado. Consecuentemente, él tratará de esconder sus pies. Estando descubierto, el Chullachaqui escapará en la selva.


Una historia de aparición del Chullachaqui


Según esta leyenda de Iquitos, un niño fue con sus padres a recoger leña, los padres dejaron el niño solo por un momento mientras que ellos fueron a recoger algo de leña y él se quedó jugando en un espacio abierto. Mientras jugaba vio aparecer a otro niño en la distancia, un niño de la misma edad en un árbol distante que lo llamaba con las manos, pero el niño no salió del espacio abierto ni abandonó el lugar, prestando atención a la advertencia de sus padres. Cuando los padres del niño regresaron, el niño les contó sobre lo sucedido y los padres sabían que nadie puede vivir por ahí, entonces entendieron que el Chuchallaqui estuvo a punto de llevarse a su hijo ya que fueron a investigar y vieron unas huellas extrañas que pareció haber estado hecha por un enano con un pie deformado.

El lamento del Chullachaqui


La Leyendas del Chullachaqui

Calixto, era un joven que residía en la zona rural, muy distante del pueblo.

Todos los fines de semana iba a vender sus productos agrícolas y se hospedaba donde su tío. El lunes muy temprano retornaba por un angosto camino que le conducía hasta su casa, atravesando un amplio monte lleno de animales peligrosos. No tenía miedo, era valiente, un fin de semana se adelantó en volver, era "domingo siete".

-Calixto, quédate, es un día malo... -dijo su tío.

El joven hizo caso omiso a la petición de su tío. Arribó al atardecer a su casa y escuchó silbar a las perdices al filo de la chacra, cogió su escopeta y se fue a cazar.

De inmediato llegó al lugar, con mucha precaución se fue acercando donde las escuchó gritar, la última vez. Avanzaba agazapado, vio moverse una rama.

Efectivamente allí estaban posadas, levantó la escopeta, apuntó y disparó en el bulto. Las aves volaron y una cayó al suelo, estaba buscando y escuchó que algo pataleaba, la perdiz daba sus últimos momentos de vida, arrimó su escopeta a un árbol.

Cuando se proponía levantar la presa, apareció un ser exótico muy raro que le impidió el paso.

Se quedó turulato, era algo inaudito. El ser extraño era enano, panzoncito, los dientes negros y sobresalientes, completamente peludo como un oso, tenía una melena larga que llegaba hasta el suelo, un pie al revés, y usaba hojas como vestido, en realidad era horrible.

El pequeño hombrecillo agarró al joven para morderlo y se pusieron a pelear, después de una ardua riña aprovechó un descuido, de su adversario, propinándole un fuerte golpe, de inmediato le soltó.

Con mucha agilidad saltó donde estaba su escopeta y disparó contra el extraño en todo el vientre. El enanito cayó de espalda al suelo, las tripas se le chorreaba y tenía que meterselas en su lugar.

Calixto al ver esa escena botó su escopeta y se olvidó de la perdiz, corrió pidiendo auxilio.

Llegó a su casa botando espuma por la boca, subió dos gradas y cayó desmayado al piso de espantado.

-¡Mujer, algo extraño le ha sucedido a Cali!, sale a la puerta y encuentra tirado a su vástago, se asusta al verle en ese estado, llama a su mujer, buscó su zapato, atiende al desmayado, coge su machete y el candil. ¡Cuida de cali, iré en busca del curandero!.

Al cabo de un cierto tiempo llegaron los dos hombres. El curandero se ocupó del joven tomándole el pulso.

-Pronto estará bien.

El curandero se puso a fumar su cachimbo, y con el humo iba soplando por la cabeza y resto del cuerpo de Calixto, que permanecía echado en el emponado, sin poder hablar. Hizo tres veces la misma operación.

- Ya está curado. -¿Qué ha tenido? -preguntó el padre. -¿Qué ha sufrido mi hijito?... -la madre se pasea por el emponado. -Señor -se sentó y se dibujó una sonrisa irónica en el rostro-, fue el chullachaqui que le asustó.

-¿El chullachaqui? -repitieron los padres.

Fuera de casa, el curandero narró cómo sucedió. Los padres se asombraron.

-El chullachaqui es el diablo de la selva, les aparece a todas las personas que no creen en Dios, o no están bautizados, el muchacho estará bien, ya pasó todo el peligro.

Al día siguiente relató a sus padres, igual como había narrado el curandero. Luego se dirigió al lugar de lo ocurrido a recoger la escopeta.

El terreno donde lucharon estaba todo revuelto. Al ave la estaban comiendo las hormigas y a un costado se encontraba un pequeño tronco podrido con un agujero en medio.

La fábula de la Quilpa

“En los lugares más remotos de la Amazonía peruana, y desde tiempos inmemorables, existen seres escurridizos y misteriosos conocidos con muchos nombres, pero nunca olvidados… Uno de ellos, es un intrépido y audaz duendecillo, bautizado como Quilpa, por la Madre Naturaleza. Dícese que Quilpa vivía en lo profundo del monte, donde era protector de todas la criaturas.

La Leyendas del Chullachaqui

Un día, un agricultor, soñador y trabajador, empezó a cosechar café en su territorio. El agricultor, activo en su labor diaria, no sabía que Quilpa lo observaba con curiosidad, atraído por su talante reflexivo.

Después de muchos meses de trabajo, el hombre pudo volver a casa para descansar a la espera de su nueva cosecha. Fue entonces que Quilpa, preso de curiosidad por la hazaña del agricultor, se abalanzó sobre el cafetal, extasiado con los coloridos y aromáticos frutos...

Poco tiempo después, el agricultor regresó a su parcela y se quedó admirado al ver a Quilpa retozando en su cafetal, frenético y enajenado, embebido por el goce del café. El hombre supo de inmediato que esta criatura alegre y mágica, iba a ser su gran compañero, se le acercó y lo saludó con la mirada. Quilpa, audaz y curioso también quiso acercarse a él...

Fue entonces que nació el encanto, el agricultor le ofreció sus mejores granos de café y a cambio, Quilpa le dio buenaventura y abundancia.”

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